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Contenido

Prólogo & Introducción

Capítulo 1 Hechos & Prejuicios

Capítulo 2 Variacion y selección natural frente a la evolucion

Capítulo 3 Faltan los eslabones

Capítulo 4 ¿Evolucionaron las aves?

Capítulo 5 ¿Evolucionaron las ballenas?

Capítulo 6 Humanos: ¿Imágenes de Dios o monos desarrollados?

Capítulo 7 Astronomía

Capítulo 8 La Edad de la Tierra

Capítulo 9 ¿Es legítima la explicación del diseño?

Capítulo 10 Conclusión


Refutando la Evolución

Un manual para estudiantes, padres y profesores que responde a los últimos argumentos en favor de la evolución

por Jonathan Sarfati, Ph.D., F.M.

Capítulo 4: ¿Evolucionaron las aves?

Las aves son animales dotados de ciertas características singulares como plumas y pulmones especiales, y la mayoría de ellas están perfectamente diseñadas para volar. Los evolucionistas creen que las aves evolucionaron a partir de los reptiles, quizás incluso a partir de alguna clase de dinosaurio. Enseñando la Evolución y la Naturaleza de la Ciencia presenta un supuesto eslabón intermedio entre dinosaurio y ave como evidencia de la evolución. En este capítulo se hace un análisis crítico de ese eslabón intermedio y de otros argumentos usados para defender la evolución de las aves. Este capítulo también presenta información detallada sobre algunas de las peculiares características de las aves.

Archaeopteryx

El libro “Enseñando la evolución” contiene varias “conversaciones” imaginarias entre profesores. En una de ellas (página 8), aparece el siguiente diálogo:

Karen: Un estudiante de una de mis clases en la universidad me ha dicho que hay enormes huecos en el registro fósil. ¿Sabes algo de este tema?

Doug: Bueno, ahí tienes al Archaeopteryx. Es un fósil que tiene plumas como un ave, sin embargo su esqueleto es el de un pequeño dinosaurio. Es uno de esos eslabones perdidos que ya no está perdido.

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Enseñando la evolución presenta un fósil de Archaeopteryx como éste.

En la misma página, aparece la fotografía de un fósil de Archaeopteryx, en la que se afirma:

“En 1861 se descubrió un ave que vivió hace 150 millones de años y que tenía muchas características propias de un reptil, este hallazgo contribuyó a apoyar la hipótesis de la evolución propuesta por Darwin en El Origen de las Especies dos años antes”.

Sin embargo, Alan Feduccia, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, una autoridad mundial en el tema de las aves, y que también es evolucionista, no está de acuerdo con afirmaciones como la de “Doug”:

“Los paleontólogos han intentado hacer del Archaeopteryx un dinosaurio emplumado que vivía apegado al suelo. Pero no lo es. Es un pájaro, un ave de percha. Y no hay “paleocharlatanería” que pueda cambiar este hecho”.1
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Reconstrucción artística plausible del Archaeopteryx, consistente con sus características aviarias conocidas.2

El Archaeopteryx disponía de plumas adecuadas para el vuelo completamente formadas (con raquis asimétricos, estrías ventrales reforzadas como en las aves voladoras actuales), las clásicas alas elípticas del moderno martín pescador, una larga espoleta donde se anclan los músculos responsables del movimiento de las alas.3 Su cerebro era esencialmente el de un ave voladora, con un cerebelo y un córtex visual grandes. El hecho de que tuviera dientes no tiene ninguna relevancia a efectos de su supuesto estatus transicional puesto que muchos pájaros extintos tenían dientes, mientras que muchos reptiles no los tienen. Además, al igual que otras aves, podía mover tanto el maxilar superior como el inferior (mandíbula). En la mayoría de los vertebrados, incluidos los reptiles, tan sólo se mueve la mandíbula.4

¿Dinosaurios emplumados?

En los últimos años, en los medios de comunicación han proliferado titulares anunciando supuestos “dinosaurios emplumados” como prueba de que los dinosaurios evolucionaron a partir de las aves. Estos supuestos antepasados son tipos de terópodos, el grupo de dinosaurios carnívoros al que pertenece el Tyrannosaurus Rex.

Deberíamos tener presente que los medios de comunicación a menudo proclaman las “pruebas” de la evolución a bombo y platillo, pero casi nunca mencionan los desmentidos posteriores, incluso cuando proceden de otros evolucionistas. Por ejemplo, en 1996 aparecieron titulares como éste: “Fósil emplumado prueba que algunos dinosaurios evolucionaron a partir de las aves”.5 Esto era una referencia al fósil llamado Sinosauropteryx prima.6 Las publicaciones creacionistas advirtieron a sus lectores que debían guardar una actitud escéptica y una mente abierta.7 Y estaban en lo cierto; más tarde cuando cuatro eminentes paleontólogos, entre ellos John Ostrom, de la Universidad de Yale, hallaron que las “plumas” eran simplemente una formación de fibras en paralelo8, probablemente colágenos.

Otro supuesto eslabón entre aves y dinosaurios muy difundido fue el Mononykus, del que se dijo que era un “ave sin vuelo”.9 La portada de la revista Time incluso lo ilustró con plumas, a pesar de que no se halló ni la más mínima traza de plumas.10 Las evidencias posteriores indicaron claramente que el “Mononykus no era un ave … era a todas luces un terópodo fosorial [excavador]”11

Muchas agencias de noticias informaron (en Junio de 1998) del descubrimiento de dos fósiles en el norte de China afirmando que eran terópodos (dinosaurios carnívoros) con plumas. Se afirmó que los fósiles, Protarchaeopteryx robusta y Caudipteryx zoui, son ‘los antepasados inmediatos de las primeras aves.’12

Los dos últimos descubrimientos han sido “datados” entre 120 y 136 millones de años mientras que el Archaeopteryx, un verdadero pájaro, ha sido “datado” entre 140 y 150 millones de años, haciendo que estos “antepasados de las aves” sean ¡mucho más jóvenes que sus propios descendientes!

Feduccia no está convencido, ni tampoco su colega Larry Martin, paleontólogo de la Universidad de Kansas. Martin dice: “Hay que poner todo esto en su propia perspectiva. Para quienes escribieron este ensayo, el pollo sería un dinosaurio emplumado.”13 Feduccia y Martin creen que es más probable que el Protarchaeopteryx y el Caudipteryx sean aves que no vuelan similares a los avestruces. Carecen de la larga cola de los terópodos. Caudipteryx tenía incluso piedras en su molleja como las modernas aves herbívoras, algo inexistente en los terópodos.14

El dogma dinosaurio-ave tiene muchos problemas. Feduccia señala:

‘“Es biofísicamente imposible que el vuelo evolucione a partir de tales bípedos grandes con las extremidades delanteras tan acortadas y colas pesadas creando contrapeso”, precisamente la peor anatomía posible para volar’.15

También las estructuras de las extremidades anteriores de los dinosaurios muestran claras evidencias de que los dinosaurios no podrían haber sido antepasados de las aves. Un equipo dirigido por Feduccia realizó un estudio microscópico de los embriones de ave, y publicó sus resultados en la revista Science.16 Sus descubrimientos se publicaron así:

“Recientes investigaciones muestran que las aves carecen del pulgar embriónico que poseen los dinosaurios, lo cual indica que es “prácticamente imposible” que las dos especies estén emparentadas”.17

¿Se transformaron los planeadores en voladores?

Feduccia y Martin rechazan la idea de que las aves evolucionaran a partir de los dinosaurios, basándose en razones’sólidas. Pero se niegan a abandonar la evolución, por lo tanto creen que las aves evolucionaron a partir de reptiles llamados crocodilomorfos. Ellos proponen que estos pequeños reptiles en forma de cocodrilo vivieron en árboles, y que “primero saltaban, y posteriormente planeaban, de rama en rama”.18

Pero para que la progresión que sugieren partiendo del simple paracaidismo al planeo, y después del planeo al vuelo propulsado (aleteo) tuviera lugar, antes debería surgir de alguna parte toda una nueva serie de características corporales especialmente diseñadas (por ejemplo musculatura y estructura ósea). Incluso el primer paso; el aumento de la fineza (ratio L/D) de un paracaídas de plumas andrajosas para crear alas capaces de volar y planear de forma controlada, habría requerido una alineación ordenada de las plumas y una estructura resiliente. El aleteo requiere movimientos musculares perfectamente controlados para poder conseguir el vuelo, lo cual a su vez requiere que el cerebro tenga conocimiento de las instrucciones necesarias para esos movimientos. Y como colofón, esto requiere nueva información genética ausente en las criaturas que no vuelan.

Otro problema es:

“No he han encontrado ni su hipotético antepasado ni las formas transicionales que lo vinculan con fósiles de aves conocidas. Y a pesar de que argumentan justamente que los análisis cladísticos [comparaciones de las características comunes] solo valen lo que valen los datos sobre los que se basan, ningún estudio cladístico ha sugerido nunca un antepasado que no fuera terópodo”.19

En resumen, Feduccia y Martin presentan una crítica devastadora en contra de la idea de que las aves evolucionaron “desde el suelo” a partir de dinosaurios corredores (la teoría cursorial). Pero los defensores de la idea dinosaurio-ave contraatacan con argumentos igualmente poderosos en contra de la teoría arbórea de Feduccia y Martin. Las evidencias indican que ambas críticas tienen razón; las aves no evolucionaron ni a partir de dinosaurios corredores ni a partir de mini cocodrilos que vivieran en los árboles. De hecho, las aves no evolucionaron a partir de animales que no fueran aves. Lo cual coincide con el relato bíblico según el cual las distintas clases de aves fueron creadas en el quinto día (Gen. 1:20–23).

Diferencias entre reptiles y aves

Todos los evolucionistas creen que las aves evolucionaron a partir de algún tipo de reptil, aunque no se pongan de acuerdo a partir de cuál. Pero reptiles y aves difieren en muchos aspectos. La aves voladoras poseen cuerpos aerodinámicos, con el peso centralizado para mantener el equilibrio durante el vuelo; huesos ahuecados para ganar ligereza y que al mismo tiempo son parte de su sistema respiratorio; músculos poderosos que permiten el vuelo, con largos tendones especialmente diseñados que rodean engranajes semejantes a poleas incrustados en los huesos de los hombros, y una visión muy aguda. Y las aves poseen dos de las más brillantemente diseñadas estructuras de la naturaleza; plumas y pulmones especiales.

Plumas

Feduccia dice que “las plumas son una cuasi perfecta adaptación para el vuelo” porque son ligeras, fuertes, aerodinámicas, y poseen una intrincada estructura de barbas y ganchos. Esta estructura las hace resistentes al agua, y pueden alisarse con el pico rápidamente para aplanarlas y devolverlas instantáneamente a su forma aerodinámica original.20

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Examine la fotografía de las bárbulas de una pluma en las que se muestra los minúsculos ganchos y estrías (aumentado 200 veces).21

El evolucionista ateo Richard Dawkins, en un libro recomendado encarecidamente por Enseñando la Evolución, dice descaradamente: “Las plumas son escamas reptiles modificadas”22 una opinión muy extendida entre evolucionistas. Pero las escamas son pliegues de la piel, mientras que las plumas son estructuras complejas con sus barbas, bárbulas y ganchos. También se originan de forma totalmente distinta, a partir de folículos en el interior de la piel de forma similar al pelo de los mamíferos.

En el capítulo 2 se muestra que cada estructura y órgano debe estar representado por medio de información en el nivel genético, escrita con un alfabeto químico dentro de las largas moléculas de ADN. Es evidente que la información necesaria para codificar la construcción de una pluma es de un orden sustancialmente diferente que la información necesaria para una escama. Para que las escamas hayan evolucionado hasta convertirse en plumas significa que debe haberse creado una gran cantidad de información genética en el ADN de las aves que no estaba presente en el de sus supuestos antepasados reptiles.

Como en otros casos, la selección natural no favorecería las hipotéticas formas intermedias. Muchos evolucionistas sostienen que los dinosaurios desarrollaron las plumas como aislante y que después evolucionaron y se perfeccionaron para el propósito de volar. Pero igual que todas las historias imaginarias, ésta no explica cómo la nueva información genética surgió para que pudiera ser seleccionada.

Otro problema es que seleccionar algo para que sirva como aislante es muy distinto de seleccionar algo que sirva para remontar el vuelo. En las aves que han perdido la capacidad de volar, las plumas también han perdido mucha de su estructura interna y han llegado a parecerse al pelo. En las aves no voladoras, las mutaciones que causaran degeneración de la estructura aerodinámica de las plumas no serían un problema pero sí lo serían en las aves que vuelan. Por lo tanto, la selección natural no las eliminaría, y podría incluso seleccionar aquellas que tuvieran tal degeneración. Como es usual, la pérdida de la capacidad para volar y el deterioro de la estructura de las plumas constituyen una pérdida de información, por lo tanto son irrelevantes para la evolución pues ésta requiere un aumento de información. Lo único importante es que las plumas proporcionen aislamiento, y las estructuras semejantes al pelo lo hacen muy bien; funcionan perfectamente en los mamíferos.23 Es decir, si las plumas fueran necesarias para la función aislante la selección natural contribuiría en contra del desarrollo de la pluma de vuelo. Y las plumas que equivalen al pelo ya son adecuadas.

Las plumas aterciopeladas también son buenos aislantes y son comunes en aves que no vuelan. Su pelusa se debe a la falta de ganchos que sí poseen las plumas de vuelo. Nuevamente, la selección natural contribuiría a impedir la evolución de plumas aerodinámicas a partir de plumas aislantes del calor.

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Véase el contraste aquí entre la estructura detallada de la pluma (izquierda) y las escamas (derecha), ambos ampliados 80 veces.

Finalmente, las proteínas de las plumas (Queratinas Φ) son bioquímicamente diferentes de las proteínas de la piel y de las escamas (Queratinas α). Un investigador concluyó:

“A nivel morfológico las plumas son consideradas tradicionalmente como homólogos de las escamas de los reptiles. Sin embargo, en su desarrollo, en su morfogénesis [generación de la forma], en su estructura genética, en su forma y secuencia proteínicas, en la formación de sus filamentos y en su estructura, las plumas son diferentes.24

El pulmon de las aves

Para transformar el pulmón de reptil en pulmón de ave se necesitan cambios drásticos. Los pulmones del reptil funcionan como fuelles, el aire es insuflado y el aire en reposo es expulsado por el mismo lugar por donde entró. En el pulmón, la sangre extrae el oxígeno y libera el dióxido de carbono a través de las superficies de unas finas membranas respiratorias llamadas septae (en singular septa). Pero las aves disponen de un complicado sistema de sacos aéreos, del que también forman parte sus huesos ahuecados. Este sistema mantiene el aire circulando en una sola dirección por medio de unos tubos especiales (parabronchi, singular parabronchus) en el pulmón, y la sangre se mueve a través de los vasos sanguíneos del pulmón en dirección opuesta para que el oxigeno pueda ser recuperado de forma eficiente25, un diseño digno de una obra maestra de ingeniería.26

¿Cómo pudieron los pulmones fuelle de los reptiles evolucionar gradualmente hasta convertirse en pulmones de ave (véase el diagrama)? Los hipotéticos escalones intermedios no podrían funcionar correctamente, y el pobre animal no podría respirar. La selección natural obraría para preservar las disposiciones existentes, eliminando cualquier eslabón intermediario que no estuviera perfectamente preparado.

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Por otro lado, incluso suponiendo que pudiéramos construir una serie funcional teórica de pasos intermedios, ¿Seguiría la selección natural estos pasos? Probablemente no; los murciélagos se las ingenian perfectamente con sus pulmones tipo fuelle, algunos pueden incluso cazar a alturas superiores a los tres kilómetros (dos millas). Los pulmones de las aves, con su increíble eficacia, sólo constituyen una ventaja en grandes altitudes donde el nivel de oxígeno es menor. Por lo tanto la transformación de los pulmones de un reptil no le proporcionaría ninguna en ventaja selectiva.27

No es de extrañar que en su gran obra sobre la evolución de las aves Alan Feduccia ni siquiera trata de este problema.28

Recientes investigaciones sobre los pulmones del Sinosauropteryx mostraron que “sus pulmones tipo fuelle no podrían haber evolucionado hasta convertirse en pulmones de alto rendimiento de las aves modernas”.29

Es interesante que algunos defensores de la evolución dinosaurio-ave niegan esta evidencia en contra de su teoría diciendo, “Los defensores de este argumento no pueden mostrar ningún animal cuyos pulmones pudieran haber dado lugar a los de las aves, los cuales son tremendamente complejos y son diferentes de todos los otros animales vivos.30 Naturalmente sólo la fe evolucionista exige aceptar que los pulmones de las aves tuvieron necesariamente que surgir de los pulmones de algún otro animal.

Referencias y notas

  1. Citado en V. Morell, Archaeopteryx: Early Bird Catches a Can of Worms, Science 259(5096):764–65, 5 Febrero 1993. Regresar al texto.
  2. Cortesía de Steve Cardno, 1994. Regresar al texto.
  3. A. Feduccia, ‘Evidence from claw geometry indicating arboreal habits of Archaeopteryx’, Science 259(5096):790–793, 5 Febrero 1993. Regresar al texto.
  4. D. Menton y C. Wieland, ‘Bird evolution flies out the window’, Creation 16(4):16–19, Septiembre–Noviembre 1994. Regresar al texto.
  5. The Examiner, Launceston, Tasmania, 19 Octubre 1996. Regresar al texto.
  6. Ann Gibbons, ‘New feathered fossil brings dinosaurs and birds closer’, Science 274:720–721, 1996. Regresar al texto.
  7. J.D Sarfati, ‘Kentucky Fried Dinosaur?Creation 19(2):6, Marzo–Mayo 1997; véase versión actualizada , 2003. Regresar al texto.
  8. New Scientist, 154(2077):13, 12 Abril 1997; Creation 19(3):6, Junio–Agosto 1997. Véase también , 2007. Regresar al texto.
  9. A. Perle et al., ‘Flightless bird from the Cretaceous of Mongolia’, Nature 362:623–626, 1993; nótese la corrección del nombre Mononykus, porque la elección de Perle et al.’s, Mononychus, ya había sido utilizada, Nature 363:188, 1993. Regresar al texto.
  10. Time (Australia), 26 Abril 1993. Regresar al texto.
  11. P. Prothero y R.M. Schoch, editores, Major features of vertebrate evolution, ‘On the Origin of Birds and of Avian Flight’, por J.H. Ostrom (Knoxville, TN: University of Tennessee Press, 1994), pp. 160–177. Regresar al texto.
  12. Ji Qiang, P.J. Currie, M.A. Norell, y Ji Shu-An, ‘Two feathered dinosaurs from Northeastern China’, Nature, 393(6687):753–761, 25 Junio 1998. Perspective by K. Padian, en el mismo número, pp. 729–730. Regresar al texto.
  13. CNN website , citado 24 Junio 1998. Regresar al texto.
  14. Washington Post, 25 Junio 1998. Regresar al texto.
  15. A. Gibbons, ‘New feathered fossil brings dinosaurs and birds closer’, Science 274:720–721, 1996. Regresar al texto.
  16. A.C. Burke y A. Feduccia, ‘Developmental patterns and the identification of homologies in the avian hand’, Science 278(5338):666–8, 24 Octubre 1997, with a perspective by R. Hinchliffe, ‘The forward march of the bird-dinosaurs halted?’ pp. 596–597; J.D. Sarfati, ‘Dino-Bird evolution falls flat’, Creation 20(2):41, Marzo 1998. Regresar al texto.
  17. The Cincinnati Enquirer, 25 Octubre 1997. Regresar al texto.
  18. P. Shipman, ‘Birds do it … did dinosaurs?’ New Scientist 153(2067):26–31, 1 Febrero 1997, p. 28 Regresar al texto.
  19. Ibid Regresar al texto.
  20. 19. A. Feduccia, The Origin and Evolution of Birds (New Haven, CT: Yale University Press, 1996), p. 130. Regresar al texto.
  21. Foto cortesía del Dr David Menton. Regresar al texto.
  22. R. Dawkins, Climbing Mount Improbable (Harmondsworth, Middlesex, England: Penguin Books, 1996), p. 113. Regresar al texto.
  23. A. Feduccia, The Origin and Evolution of Birds (New Haven, CT: Yale University Press, 1996), p. 130. Regresar al texto.
  24. A.H. Brush, ‘On the origin of feathers’, Journal of Evolutionary Biology 9:131–142, 1996. Regresar al texto.
  25. M. Denton, Evolution, A Theory in Crisis (Bethesda, MD: Adler & Adler, 1985), pp. 199–213; K. Schmidt-Nielsen, ‘How Birds Breathe’, Scientific American, Deciembre 1971, pp. 72–79. Regresar al texto.
  26. Los ingeniero utilizan frecuentemente este principio de intercambio contracorriente que se da también en los organismos vivos—véase P.F. Scholander, ‘The wonderful net’, Scientific American, Abril 1957, pp. 96–107. Regresar al texto.
  27. Blown away by design: Michael Denton and birds’ lungs’, Creation 21(4):14–15, Septiembre–Noviembre 1999, Regresar al texto.
  28. A. Feduccia, Ref. 19. De todas formas, este libro, muestra que el dogma dinosaurio-ave tiene muchas fallas. Regresar al texto.
  29. Citado en Ann Gibbons, ‘Lung Fossils Suggest Dinos Breathed in Cold Blood’, Science 278(5341):1229–1230, 14 Noviembre 1997; El trabajo de los investigadores fue publicado en el mismo número, J.A. Ruben et al., ‘Lung Ventilation in Theropod Dinosaurs and Early Birds’, pp. 1267–1270. Regresar al texto.
  30. K. Padian y L.M. Chiappe, ‘The origin of birds and their flight’, Scientific American 278(2), 38–47, Febrero 1998, p. 43. Regresar al texto.