Explore
Also Available in:

La Buena Noticia

Puesto que somos creación de Dios, Él es nuestro dueño, y ha establecido un estándar moral perfecto para nosotros. Por lo tanto, somos responsables ante Él, y hemos de rendirle cuentas de nuestra vida (Hebreos 9:27).

La Biblia nos dice que todos nosotros, así como Adán y Eva (el primer hombre y la primera mujer), nos hemos desviado de los caminos de Dios. Hemos caminado en nuestros propios caminos, viviendo como si nosotros fuéramos Dios – nosotros mismos ordenando nuestras vidas. Esta rebelión, que rechaza el gobierno de Dios sobre nuestras vidas, es lo que la Biblia llama “pecado”; y todos hemos pecado (Romanos 3:23).

La Biblia dice que Dios nos pedirá cuentas por nuestros pecados. Como en el caso de Adán, que es el primer hombre creado por Dios, todos merecemos el juicio de Dios por nuestros pecados. Siendo que somos descendientes de Adán, sufrimos la muerte física al final de esta vida terrenal. La Biblia identifica a esta muerte (el resultado de la maldición de Dios—Génesis 3:19) como ‘el último enemigo’ (1 Corintios 15:26). No existía la muerte en la perfecta creación original. La muerte es el resultado del pecado de Adán, cuando él, por sus acciones, le dijo a Dios que era innecesario – Adán fue su propio dios. Sin embargo, cada uno de nosotros hemos respaldado esta acción de Adán, habiendo rechazado personalmente el gobierno de Dios sobre nosotros (Romanos 5:12).

La Biblia también nos dice que en el futuro Dios nos juzgará por nuestro pecado. Su juicio resultará en consecuencias muy terribles (Romanos 2:5–11). Dios es perfectamente justo, y esto significa que Él siempre actuará con justicia según los principios legales/morales que Él mismo ha instituido, de modo que se ve obligado a castigar toda violación de sus leyes. En vista de que nuestras imperfecciones ofenden a su perfecta e infinita santidad, el castigo también tiene que ser infinito. Siendo que nosotros somos finitos, se comprende que el castigo deba de ser de duración infinita (Mateo 25:46). Adicionalmente, no podemos merecer el perdón de Dios por medio de alguna obra que pudiéramos hacer, pues nada podría deshacer el pecado que hemos cometido (Romanos 3:23, 24Efesios 2:8, 9). Hacer cosas buenas para intentar contrapesar las cosas malas es como querer cubrir madera apolillada con pintura fresca—la polilla aún permanece.

El plan de rescate Divino

Pero Dios ha provisto un camino de escape de la maldición, de la muerte y del juicio venidero. Bien tenemos que sufrir nuestro castigo, de lo contrario, un Sustituto tiene que sufrirlo por nuestros (Isaías 53). El Sustituto tiene que ser totalmente humano para tomar el lugar de la humanidad (Hebreos 2:14), tiene que ser totalmente sin pecado de modo que no tenga que pagar por sus propios pecados (Hebreos 7:27), y tiene que ser totalmente Divino para poder sufrir la ira infinita de Dios (Isaías 53:10). Para ser el mediador entre Dios y el hombre, Jesús tenía que ser tanto Dios como también hombre—‘Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre’ (1 Timoteo 2:5).

La Biblia dice, ‘Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.’ (Juan 3:16) Jesucristo vino al mundo para llevar sobre Sí mismo la maldición y el castigo por nuestros pecados. Siendo Dios en carne (Colosenses 2:9), el Dios-hombre Jesús vivió una vida sin pecado (Hebreos 4:5) y se dio voluntariamente para sufrir la muerte en nuestro lugar (Romanos 5:81 Pedro 3:18). Llevó sobre Sí mismo el castigo que nosotros merecíamos por nuestros pecados. Siendo que Él es Dios (así como también hombre), su vida era de suficiente valor para pagar por el pecado de un sin número de personas. Además, Él resucitó de los muertos, demostrando que había pagado el precio y vencido sobre la muerte. La muerte y la resurrección de Jesús son hechos confirmados de la historia. Muchos intentaron negar los hechos pero, más bien, resultaron siendo convertidos.

¿Gratis? ¿Realmente existe algo gratuito?

Dios ofrece este regalo gratuito de salvación a todos aquellos que lo quieran recibir. Él invita a todos a volverse de sus pecados y a confiar en lo que Cristo ha hecho por nosotros. No podemos hacer nada para quitar nuestra culpa ante Dios (Romanos 3:23). Haciendo cosas buenas no quitaremos nuestros pecados, y ya que todos somos pecadores, no podemos hacer nada para deshacer este hecho. Es sólo por la misericordia de Dios que podemos ser salvos, y esto, por medio de lo que Él ha hecho—la salvación es un regalo (Efesios 2:8, 9). Aquellos que procuran merecer su propia salvación fuera de la gracia (favor inmerecido) de Dios, han de fracasar (Romanos 9:32).

La alternativa

Por otra parte, quienquiera que despreciare la oferta de Dios sufrirá su ira en el juicio venidero. De esto la Biblia advierte repetidamente. Este es un prospecto aterrador (2 Tesalonicenses 1:7–9). Jesús habló de esto muchas veces, advirtiendo a la gente del peligro que estaba delante de ellos. El libro de la Biblia llamado Apocalipsis emplea imágenes gráficas para representar el futuro pavoroso de aquellos que hoy rechazan la misericordia de Dios. Su futuro es esperar la eterna separación de Dios, siendo Él la fuente de todo lo que es bueno.

Posiblemente algunos han de protestar diciendo que esta sentencia es excesiva. Sin embargo, Dios está dando a los rebeldes lo que ellos desean: Estar libres para siempre del gobierno de Dios. El problema es que estar libres del gobierno de Dios también implica estar separados de Él quien es la fuente de todo lo bueno (Génesis 1:311 Juan 5:5–10).

Si comprendes que eres un indigno pecador, merecedor de la condenación de Dios y que requieres de su perdón, la Biblia dice que necesitas tener ‘arrepentimiento para con Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo’ (Hechos 20:21). Arrepentimiento significa un cambio completo de tu mentalidad—que estás de acuerdo con Dios respecto a tu pecado, y respecto a quien es Jesús y lo que Él hizo a tu favor. Ahora querrás vivir una vida que le agrade. La fe en Jesucristo significa aceptar el hecho de que Él es ‘el Hijo del Dios viviente’, que ‘Cristo murió por los impíos’, y que Él venció sobre la muerte por ti en su resurrección (1 Corintios 15:21, 22). Tienes que creer que Cristo tiene el poder para rescatarte, y que depositando tu confianza en Él únicamente podrás ser reconciliado con Dios.

¿Y ahora qué?

Si deseas ser salvo, vuélvete a Cristo ahora. Reconoce ante Él que eres un pecador culpable e incapaz de salvarte a ti mismo. Pídele que te salve y que sea el Señor de tu vida, rogándole que te ayude a abandonar tus caminos de pecado para vivir para Él. La Biblia dice, ‘Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo’ (Romanos 10:9). (Has de notar que esta promesa de Dios no depende de lo que tú sientes, pues los sentimientos vienen y van. Podemos confiar sencillamente que Dios nos dará lo que nos ha prometido. Dios de veras hará lo que Él dijo que haría.) Si has orado así, ahora te toca buscar algunos cristianos que respetan la Biblia, la cual es la palabra de Dios. Ellos deben respetarla como la autoridad en todos los asuntos que en ella se tratan. Tales cristianos estarán siempre gustosos de estudiar las enseñanzas bíblicas, aplicándolas a su vivir diario. Pídeles a ellos que te ayuden a aprender a vivir de una manera agradable a Dios.