Explore
Also Available in:

¿Prueba la similitud de ADN entre chimpancés y humanos que hay un ancestro común?

¿Evidencia para una Relación Evolucionista?

por Don Batten

La idea de que los chimpancés y los humanos tienen cerca de un 100% de similitud en su ADN parece ser muy popular. Las cifras varían: 97%, 98%, o aún 99%, dependiendo de quién esté contando la historia. ¿Cuál es la base para estas afirmaciones y significan los datos que, en realidad, no hay mucha diferencia entre los chimpancés y las personas? ¿Somos sólo simios altamente evolucionados? Los siguientes conceptos servirán para una mejor comprensión del asunto:

  • La similitud («homólogo») no es evidencia de un ancestro común (Evolución), ni lo es en contra de un diseñador común (Creación). Piense en un carro Porsche y un Volkswagen "escarabajo". Los dos tienen aire acondicionado, carrocería, motor de 4 cilindros en la parte posterior, suspensión independiente, dos puertas, portaequipaje al frente, y muchas otras similitudes («homólogos»). ¿Por qué estos carros tan diferentes tienen tantas similitudes? ¡Porque tuvieron el mismo diseñador! Sea la similitud morfológica (apariencia) o bioquímica, no es consecuente con la falta de lógica de este argumento para la evolución.
  • Si los humanos fueran completamente diferentes a los otros seres vivientes, o si cada ser viviente fuera diferente, ¿nos revelaría esto al Creador? ¡No! Lógicamente pensaríamos que hay muchos creadores en lugar de uno. La unidad de la creación es testimonio al único Dios Verdadero que lo hizo todo (Romanos 1:18–32).
  • Si los humanos fueran completamente diferentes a los otros seres vivientes, ¿cómo viviríamos entonces? Si necesitamos comer para proveernos de nutrientes y energía para vivir, ¿qué comeríamos si cada organismo en la tierra fuera diferente bioquímicamente? ¿Cómo podríamos digerirlos y cómo podríamos usar los aminoácidos, azúcares, etc., si los suyos fueran diferentes a los que tenemos en nuestro cuerpo? ¡La similitud bioquímica es necesaria para tener comida!
  • Sabemos que el ADN en las células contiene mucha de la información necesaria para el desarrollo de un organismo. En otras palabras, si dos organismos parecen similares, podríamos esperar que halla algo de similitud en su ADN. El ADN de una vaca y una ballena, dos mamíferos, debería ser más parecido que el ADN de una vaca y una bacteria. Si no fuera así, entonces la idea de que el ADN es el portador de la información en los seres vivientes tendría que ser cuestionada. Asimismo, los humanos y los monos tienen muchas similitudes morfológicas, así que podríamos esperar que existan similitudes en el ADN. De todos los animales, los chimpancés son mayormente como humanos,1 por lo que podemos esperar que su ADN sea muy parecido al ADN humano.
  • Ciertas capacidades bioquímicas son comunes a todos los seres vivientes, así es que existe un cierto grado de similitud entre el ADN de la levadura, por ejemplo, y el de los humanos. Como las células humanas pueden hacer muchas de las cosas que la levadura hace, compartimos similitudes en las secuencias de ADN que codifican para las enzimas que hacen los mismos trabajos en ambas clases de células. Algunas de las secuencias, por ejemplo, aquellas que codifican las proteínas CHM (Complejo Histocompatible Mayor), son casi idénticas.
  • ¿Qué del 97% (¡o 98% o 99%!) de similitud que se dice hay entre los chimpancés y los humanos? Los cálculos publicados no se acercan a lo que dicen las publicaciones populares (y aún algunas publicaciones científicas respetables). El ADN contiene su información en la secuencia de cuatro componentes químicos conocidos como nucleótidos, abreviados C, G, A, T. Grupos de tres de estos a la vez son «leídos» por un mecanismo de traducción complejo en la célula para determinar la secuencia de 20 tipos diferentes de aminoácidos que deben ser incorporados a las proteínas. El ADN humano tiene por lo menos 3,000,000,000 de nucleótidos en secuencia. Ni el ADN humano ni el del chimpancé han sido lo suficientemente secuenciados para hacer una comparación apropiada (usando un largo tiempo de computadora para hacerlo : ¡imagine comparar dos grupos de 1000 libros bastante extensos, frase por frase, para encontrar similitudes y diferencias!). Sin duda, será mucho el tiempo, antes de que tal comparación pueda ser hecha porque probablemente será el año 2005 antes que tengamos la secuencia completa del ADN humano- y la secuenciación del ADN del chimpancé tiene una menor prioridad.

    ¿De dónde vino entonces el «97% de similitud»? Fue sacada de una técnica bastante cruda llamada hibridación de ADN, en la que pequeñas partes de ADN humano son divididas en filamentos sencillos y dispuestas para re-formar filamentos dobles (dúplex) con ADN de chimpancé.2 Sin embargo hay varias razones por las que el ADN se hibridiza o no, sólo una de las cuales es grado de similitud (homólogo).3 Por la misma razón, esta clase de cálculos arbitrarios no es usada por los que trabajan en homologar moléculas (otros parámetros, derivados de la forma del punto de «fusión», son usados). ¿Entonces por qué ha sido tan popularizada la figura del 97%? Uno sólo podría adivinar que sirvió al propósito de endoctrinar en evolución a los científicamente iletrados.

    Interesantemente, los papeles originales4 no contenían los datos básicos y el lector tenía que aceptar la discusión sobre qué parámetros debían ser usados en estudios para homologar.5 Sarich descubrió una considerable incongruencia en la generación de datos de Sibley y Ahlquist, al igual que en sus análisis estadísticos. Inspeccionando la información, descubrí que, aún si todo lo demás se escapara de la crítica, el dato del 97% vino de haber cometido un error estadístico básico — promediando dos cálculos sin tomar en cuenta diferencias en el número de observaciones contribuyendo a cada cálculo. Cuando está bien calculado es 96.2%, no 97%. Sin embargo, no hay una verdadera respuesta en los datos, así que no se puede confiar en los cálculos publicados por Sibley y Ahlquist.

    ¿Qué si el ADN del humano y el chimpancé fueran aun 96% homólogos? ¿Qué significaría eso? ¿Podría significar que los humanos evolucionaron de un ancestro común con los chimpancés? ¡De ninguna manera! La cantidad de información en los 3 mil millones de pares bases en el ADN en cada célula ha sido estimada como equivalente a la información de 1,000 libros del tamaño de una enciclopedia.6 Si los humanos fueran «sólo» 4% diferentes esto aun suma 120 millones de pares bases, equivalentes aproximadamente a 12 millones de palabras, o a 40 libros grandes de información. Esta es con seguridad una barrera imposible para mutaciones (cambios casuales) que habría que cruzar.7

  • ¿Significa un alto grado de similitud que dos secuencias de ADN tienen el mismo significado o función? No, no necesariamente. Compare las siguientes oraciones:

    Hay muchos científicos hoy que cuestionan el paradigma de la evolución
    No hay muchos científicos hoy que cuestionen el paradigma de la evolución

    Estas oraciones son homologas en un 97% y ¡aún tienen significados opuestos!

¡Los datos de similitud de ADN **no** quieren decir lo que los popularistas de la evolución proclaman!

Referencias y notas

  1. Sin embargo, Jeffrey Swartz, un antropólogo evolucionista en la Universidad de Pittsburg, mantiene que el hombre está más cercano al orangután en la morfología gruesa. Actos y Hechos,16(5): 5, 1987. Regresar al texto.
  2. Sibley y Ahlquist, (1987, J. Molec. Evol. 26: 99–121). El material de dúplex híbrido resultante es luego separado del filamento sencillo de ADN que queda y es calentado con incrementos de 2 a 3 grados desde 55° a 95° C, y la cantidad de la separación de ADN a cada temperatura es medida y totalizada, comparándola a ADN humano-humano re-formado como dúplex. Si 90% del ADN humano es recubierto con calor del híbrido humano-chimpancé, comparado al ADN humano-humano, entonces se dice que hay un 90% de hibridación porcentual normalizada. Regresar al texto.
  3. Sarich et al. 1989, Cladistics 5: 3–32. Regresar al texto.
  4. Ibid. Regresar al texto.
  5. Los estudios para homologar moléculas podrían ser útiles a los creacionistas en determinar cuáles fueron las «especies» originalmente creadas y qué ha sucedido desde entonces para generar nuevas especies dentro de cada clase. Por ejemplo, las variedades/especies de pinzón en las Islas Galápagos obviamente derivadas de un número menor original que llegó a las islas. Una recombinación de genes en los emigrantes originales y la selección natural pudo dar como resultado la variedad de pinzones en las islas hoytal como todas las razas de perros en el mundo hoy fueron criados artificialmente por una clase de perro/lobo salvaje original no mucho tiempo atrás. Es interesante que estos estudios han sido más consistentes cuando se aplican a lo que probablemente son especies Bíblicas y contradicen la mayoría de las predicciones de la evolución referentes a las relaciones entre los grupos mayores como las phyla y las clases (ver ref. [6] concerniente a la última). Regresar al texto.
  6. Michael Denton, 1985. Evolución: Teoría en Crisis. Regresar al texto.
  7. El Dilema de Haldane reconoce el problema de los evolucionistas en obtener cambios genéticos en organismos superiores, especialmente en aquellos que tienen largos tiempos generacionales. Debido al costo de substitución (muerte del débil) de un gen por otro en una población, tomaría alrededor de 7x10 (11) años de generaciones humanas para substituir 120 millones de pares bases. O en 10 millones de años (el doble del tiempo desde que, se alega, vivía el ancestro común del chimpancé y el humano), sólo 1667 sustituciones, o 0.001% de la diferencia. Simplemente no ha habido suficiente tiempo para que criaturas como los chimpancés se conviertan en humanos. Y esto antepone el problema asumiendo una perfecta eficiencia de la selección natural e ignorando procesos dañinos como la no-crianza y desviaciones genéticas, así como problemas causados por pleiotropía (un gen controlando más de una característica) y poligenía (más de un gen controlando una característica) : la mayor parte de genes reales. Ver W. J. ReMine, El Mensaje Biótico (St, Paul Science, St. Paul, Minnesota, 1993), pp. 215–217. Regresar al texto.