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Los estratos del Gran Cañón muestran que el tiempo geológico es imaginario

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traducido por Nehemias Jaruchik (enguardia.org)

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Los visitantes del Gran Cañón habitualmente escuchan tan solo la interpretación geológica que implica millones de años. Se nos dice que la Arenisca Tapeats, la formación horizontal en la parte inferior, se depositó hace 550 millones de años; mientras, la Caliza Kaibab, la cual forma el borde, tiene 250 millones de años (ver diagrama). El inmenso tiempo involucrado en esta interpretación es difícil de imaginar.

Curiosamente, los estratos del Gran Cañón se extienden a lo largo de 400 km (250 millas) hasta la parte oriental de Arizona.1 Allí, su elevación es al menos 1.600 metros (una milla) más baja. Supuestamente, la elevación del área del Gran Cañón ocurrió hace setenta millones de años, cientos de millones de años después de que se depositaran los sedimentos. Uno esperaría que cientos de millones de años hubieran sido suficientes para que el sedimento se cementase en roca dura.

Sin embargo, la evidencia indica que los sedimentos eran blandos y no consolidados cuando se doblaron. En lugar de fracturarse como lo hizo la parte inferior, toda la capa se adelgazó al doblarse. Los granos de arena no muestran evidencia de que el material fuera frágil y duro como una roca, porque ninguno de los granos es alargado.1 Tampoco el mineral que cementa los granos se ha roto y recristalizado. En cambio, la evidencia apunta a que el espesor total de los estratos de 1.200 metros (4,000 pies) todavía era «plástico» cuando se levantó. En otras palabras, los millones de años de tiempo geológico son imaginarios. Esta deformación «plástica»de los estratos del Gran Cañón demuestra dramáticamente la realidad de la catastrófica inundación global en los días de Noé.

Referencias

  1. Morris, J.D., The Young Earth, Master Books, Arizona, EE.UU., pp. 106–109, 1994. Volver al texto.

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