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El fraude de la evolución de la ballena

Otro ícono evolutivo muerde el polvo

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traducido por Len

Primera publicación: 12 de abril de 2014 (GMT+10)
Actualizado a partir de Creation 36(4):34–35; October 2014
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Figura 1. Una exhibición del AMNH en 2012 que sigue mostrando la falsa reconstrucción del Pakicetus, con espiráculo (flecha roja) y posición baja del ojo (flecha blanca), mientras que el cráneo publicado en 2001 mostró claramente que las fosas nasales estaban en la punta de la nariz y los ojos estaban en la parte superior de la cabeza, nada que ver con una ballena dentada. Imagen de la 3ra edición de Evolution: The Grand Experiment, © Dr. Carl Werner, 2014.

Hoy en día, los museos y los libros de texto afirman que los fósiles de la ballena proveen la prueba más clara de la evolución—estos en su mayoría han abandonado la evolución del caballo dado que esa historia ya no resiste el escrutinio.1 Tres fósiles claves en la historia de la ballena son Pakicetus, Ambulocetus y Rodhocetus, los cuales se afirma que vinculan a un animal terrestre con unas ballenas muy largas y delgadas conocidas como basilosáuridos.2 Sin estos tres, la historia colapsa.

El Dr. Carl Werner, autor de Evolution: The Grand Experiment, ha verificado las afirmaciones, entrevistado a los investigadores y a otros. Él encontró que ninguno de los fósiles se sostiene como una transición hacia las ballenas. Sus hallazgos, publicados en un importante apéndice de 25 páginas de la nueva edición de 2014 de su libro, destruyen totalmente la historia de la evolución de la ballena. Aquí se muestran algunos puntos destacados.

Pakicetus

Ya hemos señalado el cuento extremo que ocurrió con el Pakicetus, que involucra al Dr. Philip Gingerich.3 Se imaginó que un fósil de un cráneo incompleto era el de una criatura similar a una ballena, mostrándose como la impresión de un artista en la portada de la prestigiosa revista Science, en 1983. Algunos años más tarde fue encontrado el resto del Pakicetus, publicado en 2001, y resultó no ser para nada como una ballena. Opuesto a lo que el Dr. Gingerich había imaginado, no había espiráculo, no había aletas pectorales (solo pesuñas), y no había cuello de ballena (solo un cuello típico de los mamíferos terrestres). Aun así, el Dr. Werner revela que el Museo Americano de Historia Natural (en inglés, American Museum of Natural History (AMNH)) en Nueva York y el Museo de Historia Natural (en inglés, Natural History Museum) en Londres no han dejado de usar el cráneo falsamente reconstruido que muestra un espiráculo (ver figura 1).

En un documental de National Geographic en 2009, el Dr. Gingerich aún afirmó que el Pakicetus debería ser clasificado con las ballenas, basado en su hueso del oído. Sin embargo, el hueso del oído no es como el de una ballena, que tiene una proyección similar a un dedo (proceso sigmoide), sino que es aplanado, como los fósiles de animales terrestres conocidos como artiodáctilos.

Ambulocetus
Figura 2. Una pintura del Ambulocetus en el Instituto Smithsoniano (en inglés: Smithsonian Institution), mostrando falsos espiráculo (flecha roja) y oídos pequeños (flecha negra). No existe evidencia fósil de ninguna de las afirmadas características similares a las de la ballena. Imagen de la 3ra edición de Evolution: The Grand Experiment, © Dr. Carl Werner, 2014.

Ambulocetus

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Figura 3. Comparación del hueso del pómulo de un cetáceo (un delfín, que pertenece a la familia de las ballenas; en inglés, cetacean), del Ambulocetus, y de un caballo (en inglés, horse). El Dr. Thewissen afirmó que el pómulo del Ambulocetus es delgado y similar al de una ballena, pero este no es el caso en lo absoluto (de la 3ra edición de Evolution: The Grand Experiment, © Dr. Carl Werner, 2014).

La “ballena caminante” (el Ambulocetus) es representada como un intermediario entre el Pakicetus y el Rodhocetus. El Dr. Hans Thewissen, ex alumno del Dr. Gingerich, dijo que había ocho características que mostraban que el Ambulocetus era un antepasado de la ballena. También hemos reportado sobre el Ambulocetus (figura 2),4 pero el Dr. Werner grabó en video al Dr. Thewissen admitiendo que una evidencia clave de la ascendencia de las ballenas, el proceso sigmoide del aparato del hueso del oído (de nuevo), en realidad no era como el hueso del oído de la ballena. Además, el hueso del pómulo, el cual Thewissen afirmó es delgado como el hueso del pómulo de una ballena, en realidad no es delgado en absoluto; un caballo, por ejemplo, tiene un pómulo mucho más delgado que el del Ambulocetus (ver figura 3).

Además, el laboratorio del Dr. Thewissen ha suministrado modelos del Ambulocetus a varios museos que muestran un espiráculo en el hocico del cráneo, pero no hay evidencia fósil de un espiráculo. El Dr. Werner dice, “Los ocho signos que él reportó como características de ballena son rasgos inquietantes que no son de ballena.”

Rodhocetus

Se afirmó que el Rodhocetus era un animal acuático que desarrollaba aletas pectorales y una cola de ballena con aleta caudal (aletas horizontales)—es decir, supuestamente en camino de convertirse en una ballena. Sin embargo, cuando el Dr. Werner le señaló al paleontólogo que descubrió al Rodhocetus, el Dr. Gingerich, que no había evidencia esquelética fósil de una cola o aletas pectorales, el Dr. Gingerich admitió que esto era así. Él también admitió que ahora pensaba que la criatura no tenía ninguna de estas características críticas de ballena. Publicamos parte de esta información en la revista Creation en 2011.5 Sin embargo, la cola y las aletas pectorales todavía se muestran en muchos artículos, y se espera que, al igual que los embriones artísticos de Haeckel,6 sigan mostrándose por muchos años.

Sin estas tres supuestas criaturas transicionales, la historia de la evolución de la ballena colapsa. ¡Otro ícono evolutivo muerde el polvo!

El Dr. Philip Gingerich, descubridor del Rodhocetus, admite que la aleta caudal y las aletas pectorales del Rodhocetus que se muestran en las reconstrucciones del museo son incorrectas, que otros descubrimientos de fósiles muestran que no tenía tales características.

Lo que tiene de “ballena” el Ambulocetus se basa fundamentalmente en la afirmación de que el hueso del oído llamado el tímpano es como el de una ballena. El Dr. Hans Thewissen admite que esto es cuestionable.

El Dr. Hans Thewissen admite que los fósiles del Ambulocetus no incluyen la parte del cráneo con el espiráculo, aunque los museos muestran al Ambulocetus con un espiráculo. Es decir, es imaginario.

Referencias y notas

  1. Sarfati, J., The non-evolution of the horse, Creation 21(3):28–31, 1999; creation.com/horse. Regresar al texto.
  2. Y según la paleontóloga evolucionista de vertebrados Barbara Stahl, un basilosaurio “no podría posiblemente haber sido un antepasado de las ballenas modernas.” Stahl, B.J., Vertebrate History: Problems in Evolution, p. 489, McGraw-Hill, New York, 1974. Regresar al texto.
  3. Williams, A. and Sarfati, J., Not at all like a whale, Creation 27(2):20–22, 2005; creation.com/pakicetus. Regresar al texto.
  4. Batten, D., A whale of a tale (last updated May 2012); creation.com/ambulo. Regresar al texto.
  5. Batten, D., Rodhocetus and other stories of whale evolution, Creation 33(3):54–55, 2011; creation.com/rodhocetus. Regresar al texto.
  6. Van Niekerk, E., Ernst Haeckel, fraud is proven, Journal of Creation 25(3):89–95, 2011; creation.com/haeckel-fraud. Regresar al texto.